Compartir:

MuchoFruto_600

«Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos». (Jn 15:8).   

 Nuestra mayor demanda en esta tierra es dar gloria a nuestro Padre que está en los cielos, es algo que nuestro justo Mesías y sus emisarios nos enseñaron de muchas maneras (Mat 5:16, 1 Cor 10:31, Fil 1:11). La mejor manera de cumplir con ese encargo es dando mucho fruto.

Sin embargo, dar fruto en aras del reino de los cielos no es un asunto automático ni mágico en la vida de un creyente, es un asunto de decisión. De muchas maneras, dar fruto para Dios no es algo que se espera, es algo que se alcanza con esfuerzo y determinación, como casi todas las cosas en esta vida.

Si un hijo de Dios no llega a un punto de su vida donde decide experimentar un proceso de crecimiento espiritual, de conocimiento de la Instrucción Divina lo mejor que pueda, de ser disciplinado (orando, estudiando, congregándose, trabajando, etc.); de crecer y aprender a ser un verdadero discípulo, no alcanzará tampoco la medida de la estatura de la plenitud del Mesías, que es la meta del Padre para cada uno de nosotros.

Es tiempo de que examines tú vida, de que examines cuáles son tus frutos, de que te levantes, des un paso al frente y sin titubeos tomes la decisión de decirle al Eterno ‘Padre, aquí estoy, pon en mi tus motivaciones, dame las fuerzas y la sabiduría para actuar porque quiero dar gloria a tu Nombre’.

Es cierto que el Todopoderoso le dijo a Yehoshúa/Josué “Yo os he entregado,  tal como lo dije a Moshé,  todos los lugares que pisen las plantas de vuestros pies”, pero sería el deber de este discípulo de Moshé ponerse al frente y dar los pasos necesarios para conquistar esa tierra.

Querido(a) hijo(a) de Dios, deja de distraerte, sé valiente y decide con todo tu corazón dar el fruto que estás llamado a dar. No estás solo(a), el Todopoderoso acompaña a los que dan el primer paso.

¡Abrazo y mil bendiciones!

Kenner Ospino M.
@koltorahco

 

 

Agrega tu comentario